Cómo mantener el turbo de tu coche siempre a punto

El turbo del motor es una de las partes del coche más fáciles de mantener y, sin embargo, una de las más descuidadas por falta de conocimiento. Un turbocompresor está diseñado para durar 250.000 kilómetros si se trata adecuadamente, pero en muchos casos sólo dura 10.000 kms.

Consejos y recomendaciones a seguir

Vamos a poner unas pautas que nos ayuden a alargar su vida útil de forma sencilla, para no enfrentarnos a averías graves del turbocompresor que nos lleven a tener que sustituirlo o a afectar a otros elementos del sistema de escape:

El primer paso para evitar riesgos mecánicos en el turbocompresor, especialmente al arrancar y parar el motor, es utilizar el vehículo de la mejor manera posible:

  • Esto significa evitar la aceleración en frío antes de que el motor haya alcanzado la temperatura adecuada (por encima de los 80ºC), ya que el turbocompresor no estará correctamente lubricado hasta que el aceite haya alcanzado el punto de flujo óptimo, y estos cambios bruscos pueden provocar su cristalización.
  • Tampoco es aconsejable aumentar las revoluciones con el vehículo parado o en punto muerto, ni apagar el motor de forma brusca, ya que el turbo sufrirá un desgaste prematuro debido a una mala refrigeración y lubricación. Debe dejarse al ralentí durante unos minutos para permitir que se enfríe y que la turbina reduzca gradualmente las revoluciones.
  • Los depósitos de carbono son peligrosos para el turbo, así como para otros componentes como la válvula EGR o el filtro de partículas. Un buen truco es conducir de vez en cuando en marchas cortas y pisar a fondo el acelerador en las rampas para mantener limpias la admisión y el escape.

Como puedes ver, la temperatura, junto con el aceite, son los principales componentes a tener en cuenta si queremos proteger el turbo del coche. Utilizar el aceite correcto para las necesidades del motor de nuestro vehículo, siguiendo las recomendaciones del fabricante, es vital para la vida del turbocompresor. Además, elige un aceite de calidad: no vale la pena escatimar en este aspecto. Con lo que puede costar un cambio de turbo, compraríamos 20 botes de cinco litros del aceite más caro del mercado; unos 400.000 kilómetros si haces cuentas. Ni que decir tiene que hay que comprobar el nivel y el estado del aceite; si no se cambia dentro del kilometraje correspondiente, la inversión no vale nada.

Otros consejos

Hablando de cambiar, no podemos pasar por alto la importancia de cambiar el filtro de aire y de aceite de nuestro coche a tiempo. Debemos prestar mucha atención a estos procesos para evitar que entren fragmentos de material o restos de suciedad u hollín en el turbocompresor.

Siempre que sea posible, es conveniente vigilar el estado de las mangueras de refrigeración y del propio turbo, ya que son de goma y el propio lubricante puede hacer que se aflojen o se agrieten.

En el caso de que se produzcan silbidos agudos, falta de potencia, consumo excesivo de aceite o si el pedal del acelerador ya no responde como antes y notamos una pérdida de potencia, lo mejor que podemos hacer es acudir a nuestro taller de confianza para que compruebe si hay alguna holgura u otro problema relacionado con el eje del turbo o los casquillos que puedan acabar rompiéndose y, por tanto, nos obliguen a sustituirlo.

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