Las cáscaras de almendra pueden transformar el mundo de la automoción

En el mundo de la automoción ha habido desde el inicio tres grandes retos a superar para los coches eléctricos que siguen causando cierta reserva por parte de los usuarios a la hora de adquirir uno. Y es que la autonomía (duración de la batería), el tiempo de carga y el costo de los vehículos siguen sin aventajar del todo a los motores de combustión.

Un avance significativo desde España

Hoy hay una buena buena noticia en el ambiente y España es la nación que la hace llegar al mundo. Se trata de un modelo de batería para coches eléctricos que funcionan a base de azufre y litio, donde el carbón de la cáscara de almendras puede utilizarse para dar solución a estos tres inconvenientes.

Es un equipo del Instituto Universitario en Química Fina y Nanoquímica de la Universidad de Córdoba (IUNAN), liderado por Julián Morales y Álvaro Caballero, el que ha realizado este gran avance para el mundo científico y el mercado automotriz. Y es que desde hace años han buscado solución a estos problemas en pro de contrarrestar las consecuencias del cambio climático haciendo uso de recursos comunes y más sostenibles.

Además, en el país en general y en la provincia de Córdoba en particular, la cáscara de la almendra es un residuo abundante, lo que le agrega un valor único.

¿Cómo funciona?

Este material es susceptible de transformarse en un carbón activo microporoso de alto rendimiento, específicamente para las baterías de azufre. Sus beneficios pueden recaer en las tres problemáticas básicas de los coches eléctricos e incluso en más:

Cargas más rápidas. Se han hecho pruebas con recargas en una hora que han resultado ser todo un éxito, lo que beneficia no solo la práctica y el tiempo, sino la inversión en la factura de luz.

Autonomía. Por supuesto, una mejoría en las cargas conlleva la posibilidad en el uso de detenerse a intervalos para cargas de tiempo razonable; sin embargo, por su gran capacidad el uso de este material de origen vegetal aumenta la autonomía en un 60%.

Costos. Además de los gastos reducidos relacionados directamente con lo anterior, también hay que mencionar la sustitución de materiales que vienen del petróleo, que son muy caros o poco abundantes en el entorno por otros mucho más accesibles. Esto reducirá el costo de producción de las baterías y, por lo tanto, de los coches eléctricos.

Seguridad. Finalmente, y como una motivación extra de la investigación, los resultados actuales han abierto un camino para utilizar nuevos materiales, como el óxido de estaño prelitiado, que con una menor concentración de litio aumentan la seguridad en este tipo de baterías.

¿Quien lo diría? Un residuo tan abundante en España como la cáscara de almendras está generando toda una revolución científica para beneficio de la automoción y los hábitos del mundo entero. Aprovechémoslo.

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