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Así funcionan los frenos de disco

Los motores de los modelos actuales de automóviles son cada vez más potentes y, por eso, necesitan un sistema de frenado más rápido, fuerte y eficaz. Para cumplir con ello, los clásicos frenos de tambor han quedado desfasados a vehículos antiguos y al eje trasero por su menor eficacia. Actualmente los frenos de disco son los más comunes en el eje delantero de un coche y en vehículos más modernos.

Dependiendo del tipo de vehículo que los incorpore y según su potencia y motorizaciones, los discos de freno estarán fabricados con unos materiales u otros. La mayoría de los coches utilizan discos fabricados en acero. Los discos de freno de los vehículos de alta gama y de alta potencia son de carburo de silicio (un material muy duro y resistente a la abrasión). En cambio, los autos de competiciones utilizan discos de carbono

En estos dos últimos tipos de vehículos (gran cilindrada y competición), los discos son ventilados, ya que necesitan una mayor evacuación del calor, por lo que también llevará una llanta de aleación mucho más ligera. Un vehículo normal va equipado con unos discos sólidos. En cualquiera de los casos, los frenos de disco pueden soportar temperaturas de hasta 500ºC.

¿Cómo funcionan?

Los discos de freno se componen de un disco rotor metálico que va unido al buje de la rueda ejerciendo presión mediante las pinzas de freno. Sobre este disco va montada la mordaza sujeta al puente en cuyo interior se forman los cilindros en los que se deslizan los pistones, uniéndose a éstos las pastillas de freno, que generan la fricción en el disco para decelerar y/o detener las ruedas .

Al accionar el pedal de freno se activa una bomba hidráulica que conduce el líquido de frenos hacia las pinzas. La presión del mismo hace que los pistones empujen las pastillas que, a su vez, hacen fricción contra el disco de freno. La energía cinética que desprende se convierte en calor disipado, lo que hace que el vehículo decelere en una constante progresión. 

¿Cuándo hay que cambiarlos?

Hay que tener en cuenta que con el paso del tiempo los frenos se desgastarán (más o menos según la forma de conducir y el tipo de coche), por lo que es conveniente revisarlos cada cierto tiempo en un taller. No hay una cifra exacta que determine cuándo hay que cambiarlos, pero sí podemos asegurar que circulando en ciudad se desgastan más que por carretera. De todos modos, se recomienda controlar su desgaste cada 20.000 km., aunque los vehículos actuales incorporan un testigo en el panel de instrumentos que se enciende cuando las pastillas están casi desgastadas. 

Si oyes chirridos o sientes una fuerte vibración en la dirección al frenar, ha llegado el momento de ir al taller a cambiar los discos de freno y las pastillas. Esto puede ser debido a que las pastillas estén desgastadas (por ello se oyen chirridos), que los discos estén deteriorados o que le quede poco líquido de frenos. En este último caso convendría revisar la bomba y cerciorarse de que no esté averiada y no pierda líquido. 

Otras posibles causas que explican el mal funcionamiento de los frenos son: que haya un problema con el servofreno (si notas el pedal del freno más duro); que las pastillas de freno estén mal asentadas o el ajuste de los frenos sea desigual (si los neumáticos están desgastados, mal alineados o no llevan la presión correcta) o que el pedal del freno esté blando si se ha introducido aire en el circuito o queda poco líquido de frenos. 

Cuando se cambian los discos de freno se deben sustituir también las pastillas, ya que tendrán el mismo nivel de desgaste. Los discos se pueden deteriorar al curvarse por un excesivo calentamiento.

Una vez revisado todo esto, es importante que la pinza se deslice con suavidad y correctamente dentro de sus guías, así como que el material de fricción sea de calidad y esté en buen estado. Asimismo, las pastillas de freno han de estar marcadas con el número de homologación ECE R-90 (tanto en la superficie de la pastilla como en la caja). Cabe comentar que los discos de freno han de ser siempre nuevos, no de segunda mano, para garantizar la mayor seguridad del vehículo. 

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