Cómo funciona la dirección a las 4 ruedas

No debemos confundir la dirección a las cuatro ruedas con la tracción a las cuatro ruedas. Es más, no siempre la una acompaña a la otra. Aunque realmente no suele verse en los automóviles cotidianos, se trata de un sistema que no está únicamente reservado a los todoterrenos, ya que ofrece gran dinamismo a la hora de tomar las curvas.

Pero ¿cómo funciona este sistema de dirección a las cuatro ruedas? ¿Es algo nuevo o ya se ha visto antes? Sigue leyendo y entérate de todo en todomecanica.com.

Qué es la dirección a las 4 ruedas

Se trata de un sistema que permite que las ruedas del eje trasero giren a la vez que las del delantero, por lo que ofrece mayor agilidad a la hora de tomar curvas. Esto es debido a que reduce el diámetro de giro, por lo que mejora casi todos los aspectos de la manejabilidad.

De dónde viene

El primer vehículo conocido equipado con tracción a las cuatro ruedas fue el todoterreno militar fabricado por Stoewer en 1936, el Grief Junior. Pero no fue hasta la década de los ochenta cuando se equipo al primer coche de producción con este sistema. El encargado de debutar con la dirección a las cuatro ruedas en 1985 fue el Nissan Skyline (R31), al que le siguió el Honda Prelude en 1987.

El sistema de dirección a las cuatro ruedas era un sistema mecánico algo complejo, caro y pesado. Para colmo, los conductores “comunes” apenas pudieron notar la diferencia y su recibimiento en Europa y Estados Unidos no fue lo que se esperaba. Por estos motivos no siguió evolucinando hasta que Porsche lo recuperó para los 911 GT3 y el 911 Turbo en 2013.

Unos años antes, en el 2007, Renault también lanzó al mercado el sistema 4 control en el Laguna GT y actualmente, el Renault Megane R.S., el Renault Espace, el Volkswagen Touareg y el Renault Talisman lo llevan incorporado, además de varios modelos de Audi y BMW.

Cómo funciona

El sistema de dirección a las cuatro ruedas permite que las ruedas del eje trasero giren en dirección opuesta a las del delantero. Esta dirección de contrafase permite que el coche pueda maniobrar en menos espacio a baja velocidad y lo vuelve más estable a velocidades superiores, ya que ambos ejes comparten la fuerza aplicada al vehículo.

Por el contrario, se trata de un mecanismo que aporta mayor complejidad mecánica al vehículo, por lo que aumenta el riesgo de mal funcionamiento y encarece el precio de las reparaciones, por no hablar del precio de compra del vehículo.

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