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Guía: cómo funciona el control de velocidad adaptativo

La tecnología es de gran ayuda para hacernos la vida más fácil y segura en ciertos aspectos. Buen ejemplo de ello lo aporta la industria del motor. Y es que todas las marcas de automóviles no dudan en invertir millones de dólares cada año para investigar y desarrollar nuevas características con las que reforzar nuestra seguridad al volante, además del entretenimiento. Todo un sinfín de despliegue tecnológico con el que reducir el estrés al volante y disfrutar con todos los sentidos puestos en el simple placer de conducir. 

Una de esas herramientas tecnológicas con la que cuentan cada vez más vehículos es el control de velocidad adaptativo (ACC), ya que los primeros autos en disfrutarlo fueron los de lujo. Este sistema, además de mantener la velocidad también detecta si los vehículos que circulan delante lo hacen a menor velocidad y reduce en caso de ser necesario para evitar una colisión

Aunque es bastante útil, a veces puede parecernos engorroso, pues nuestras prisas por llegar pronto a nuestro destino no terminan de conjugar bien con esta característica. Sin embargo, puede convertirse en un gran aliado para reducir la fatiga… y para evitarnos más de una multa sin pisar el acelerador porque ya hemos programado la velocidad en el sistema

Cómo se usa

El control de velocidad adaptativo regula la velocidad a la que deseamos conducir de manera automática, tras programarla nosotros manualmente en el sistema con los mandos (que se encuentran situados en el mismo volante o a los lados, en los que pone SET y un icono de un velocímetro), como ya hacía el control de velocidad de crucero. Plantea una novedad para circular con mucha más seguridad: con la ayuda de un sistema de radar también controla la distancia con respecto a los vehículos que circulen delante a velocidades inferiores. Esto mismo a veces hace que perdamos los nervios porque… se nos puede colar otro coche en medio.

En ese caso, el sistema alerta al conductor del peligro (mediante señales acústicas y visuales en el panel de control), reduciendo la velocidad y hasta frenando si es necesario para mantener la distancia de seguridad que hayamos predeterminado antes del viaje. Además, en muchos coches, es el mismo sistema el que reinicia la marcha sólo, convirtiéndolo en un gran aliado en los farragosos atascos. 

Cuando el carril por el que circulamos vuelve a quedar libre, el control de velocidad vuelve a acelerar el vehículo hasta alcanzar la velocidad programada. Y si te cansas de conducir así (aunque siempre es mucho más emocionante pisar el acelerador y meter marchas), puedes desconectar el sistema pulsando el botón correspondiente de apagado en el panel de instrumentos o puede hacerse automáticamente pisando el pedal de freno o cuando el coche circula a velocidades muy bajas, como unos 25 o 30 km/h (con las que este sistema resulta un poco innecesario). 

Algunas limitaciones

No por contar con el sistema ACC podemos relajarnos y distraernos mirando el paisaje. Es mejor que todos nuestros sentidos estén alerta para pisar nosotros mismos el pedal de freno si es necesario. Se recomienda su uso especialmente en autovías y autopistas y no hacer uso del control de velocidad adaptativo en estos casos:

  • En carreteras con numerosas y grandes curvas.
  • En carreteras de fuerte pendiente.
  • En condiciones de baja visibilidad: condiciones meteorológicas adversas como tormentas, niebla, ventiscas de nieve…
  • En atascos especialmente densos. 

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1 Comentarios

al
alemann68
Hace 6 años
muy interesante
0
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